La Ciudadela está repleta de árboles de diversos tamaños. Pero hubo uno que me llamó la atención. Un árbol casi solitario, que tiene sus raíces sobre una de las "hornacinas" (por llamarlas de alguna manera) que se encuentran hacia la parte sur de la fortificación.

Éste árbol destaca no sólo por su llamativa soledad en comparación con los demás árboles, sino que además, a mi juicio, es bastante peculiar. Su tronco corto se ve casi oculto por el abundante ramaje, y las hojas, que amarillean notablemente en esta época del año, contrastan con las que todavía conservan algo de su verdor.

La luz de la tarde daba un matiz muy bonito a las hojas y hacía que la silueta del árbol fuese aún más llamativa. Es sorprendente lo que podemos perdernos en nuestra apresurada vida.
Haciendo estas fotos uno se da cuenta de la belleza que pueden poseer cosas tan cotidianas como un árbol.





Que la vida os sonría.
Daniel
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